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¿POR QUÉ LE TEMEMOS TANTO A LA MUERTE? Una pregunta fácil de contestar: Porque el hombre está completamente identificado a la materia.
Aquello a lo que llamamos vida no es más que una sola franja vibratoria muy densa, de toda esa amplia e inacabable energía esencial que tenemos los seres humanos, por tanto, todo aquello que experimentamos a través del cuerpo y las emociones es temporal y efímero. Nada muere, solamente cambiamos de estado vibratorio.
No podemos negar que experimentamos un profundo duelo cuando perdemos a alguien para siempre, y no somos conscientes, que los duelos los viviríamos de otra manera diferente, si no tuviéramos un concepto de propiedad o de pertenencia, sobre esa persona que murió. Vivimos todo el tiempo como si no existiera la muerte, y siempre no coge por sorpresa…Cuando lloramos infinítamente la pérdida, solo lloramos por nuestra soledad, por ese apego de seguir viendo a esa persona a menudo, de compartirla en la materia, aunque no sepamos nada de su mundo interior.
La emoción de pérdida que sentimos es muy antigua, y está grabada a fuego en nuestra memoria anímica, se repite una y otra vez porque aún no existe una educación sobre la muerte y el proceso del duelo y del desapego. No hablamos de ello y debemos comprender que muchas veces realizamos duelos eternos, patológicos, llegando incluso a paralizar por completo el propio proceso evolutivo de la persona cuando un ser querido fallece, o cuando debemos desprendernos de algo o de alguien. El proceso de desapego y recuperación ahora es realmente necesaria y un claro signo de salud espiritual. Caer en el victimismo, la tristeza, la apatía, la culpabilidad y la melancolía es una falta de integración con uno mismo, un alejamiento de la vida y las leyes naturales del universo.
Por este motivo una MUERTE LÚCIDA es una muerte consciente, es aprender a morir, es saber dejar la vida o los vínculos conscientemente, es trascender el apego a la materia y a las emociones.
MORIR CONSCIENTEMENTE significa previamente, VIVIR CONSCIENTEMENTE, experimentando cada día, viviendo cada momento como si fuera el último, no dejando nada pendiente, responsabilizándonos de cada paso que damos y viviendo intensa y coherentemente nuestro presente. Al fin y al cabo el presente es la eternidad; el futuro no existe aún, y el pasado ya no existe, así que solo existe el ETERNO PRESENTE……