Etiquetas
conciencia, empatía, evolución, limbicrom, proyecto evolutivo, trabajo personal, valores
COMO SU NOMBRE INDICA, es un trabajo personal donde no caben actuaciones salvacionistas por parte de otros, y es que en esta dimensión material hay que estar bien atentos ya que con cualquier dinámica humana terminas generando historia personal, algo de lo que parece que no nos libramos ninguno, ni maestros, ni salvadores, ni caudillos.
La historia personal se ha venido constituyendo, principalmente, con los resultados de la relación que cada uno ha mantenido consigo mismo. Lo repetitivo y doloroso en la vida sigue siendo historia personal. Lo inconcluso, lo inacabado, sigue incubando historia personal.
Cada vez que nos perdemos el respeto, que no somos fieles a nuestros principios, que no nos queremos, estamos creando historia personal. Somos capaces de maltratar a los demás porque nos maltratamos a nosotros mismos. Una persona que no se quiere a si misma no está en condiciones de dar afecto verdadero a los demás, por tanto nos relacionamos con los demás desde los mismos códigos que empleamos con nosotros mismos. Ante el dolor afectivo la persona puede reaccionar principalmente de dos formas: con tristeza o con ira, incluso combinar ambas. Tanto si la persona se hunde abatida en su mundo interior cómo si descarga hacia afuera la fuerza de la agresión las dos son posturas que dañan al individuo si no hay una comprensión de los hechos.
Ser capaz de percibir las limitaciones y los problemas de otros, sin engancharnos, posibilita una empatía real, porque la realización es, sobre todo, un acto de madurez y de comprensión hacia los demás.
¿Estamos dispuestos a definir cuáles son nuestros puntos flacos y llegar al fondo de los mismos de manera exhaustiva, con total sinceridad y sin culpas?
Cuando un individuo resuelve y cambia, crea las condiciones propicias para que los demás cambien también y para ello es necesario el conocimiento claro y sin distorsiones de los valores, talentos y cualidades propios.